En diversos documentos el Banco Mundial ha sugerido cambios sustanciales en nuestra política ambiental. Aún cuando reconoce los avances de los últimos 19 años considera que todavía el Perú tiene retos pendientes como a) falta de conciencia pública y de comprensión de los problemas ambientales generados por la industria; b) falta de una línea base para medir la calidad ambiental y los riesgos derivados de los pasivos ambientales; c) la opinión generalizada de que la calidad ambiental y el crecimiento económico son objetivos incompatibles; d) marco institucional mal diseñado, sin autoridades ambientales independientes con capacidad para cumplir las normas y e) escasa capacidad financiera y de recursos humanos en las unidades ambientales creadas. Todas estas debilidades ubicaron a nuestro país en el puesto 85, entre 117 países, cuando se midieron diferentes indicadores de competitividad y desempeño ambiental.
En Enero 2007, el Congreso optó por una “mudanza temporal” de la fiscalización minera, transfiriendo esta labor del Ministerio de Energía y Minas hacia el Osinergmin, estableciendo en la ley una disposición para que al término del tercer año de vigencia de la ley de creación de Osinergmin y previa evaluación de la PCM se disponga lo conveniente para la constitución de un organismo autónomo. En tal sentido, el 21 de Enero último se publicó el decreto que aprueba el inicio del proceso de transferencia de funciones de supervisión, fiscalización y sancionador en materia ambiental del Osinergmin al OEFA; que es un organismo adscrito al Ministerio del Ambiente.
Durante estos últimos tres años Osinergmin siguió la política que se utilizó en la Dirección General de Minería durante 14 años, iniciando 794 procesos sancionatorios que dieron como resultado 235 multas por S/. 36.7 millones.
A partir del diagnóstico ambiental elaborado por el Banco Mundial podemos presentar algunas sugerencias a la nueva institución como derivar una buena parte de su presupuesto a la creación de una conciencia pública que conozca la correlación entre contaminación y daño a la salud. Una población mejor informada será el mejor aliado de la OEFA en sus labores de prevención y fiscalización.
El OEFA podría sistematizar y difundir a través de plataformas SIGs los resultados de los monitoreos que realiza. Asimismo, todos los estudios de riesgos a la salud realizados y las acciones correctivas ordenadas para resolver pasivos ambientales.
La vigilancia ambiental es una lucha ardua y permanente pues lamentablemente subsisten visiones que califican el cuidado del ambiente como una carga opcional que depende de los objetivos empresariales del momento. Por lo tanto es preciso contar con la necesaria autonomía para cumplir eficiente e imparcialmente esta labor, así como técnicos especialistas que cuenten con instrumentos modernos, abundantes recursos y flexibilidad para usarlos; blindajes legales para los funcionarios encargados de elaborar procesos sancionatorios (que son muchas veces acusados injustamente) y contar con asesoría internacional para conocer las “mejores-prácticas-disponibles”. Todo esto es necesario para asegurar a la población que no se producirán daños que estén fuera del control de sus autoridades.