Hay preocupación en los ambientes internacionales porque no habrá suficiente cobre para alcanzar los hitos que se han fijado para la transición energética. Nos falta seis años para el 2030 y los proyectos mineros se están demorando.
Chile y Perú comparten más del 30% de las reservas y la producción mundial de cobre de mina. Pero en ambos países la excesiva tramitología así como otros desafíos están impidiendo que los proyectos salgan a tiempo, y a los costos estimados.
A mediados de abril se realizará la Semana del Cobre en Santiago de Chile, con diferentes conferencias organizadas por CESCO y CRU donde se analizará la tendencia de la demanda, los problemas de oferta en el mediano y largo plazo, innovaciones tecnológicas, el riesgo país, etc.
Según el MINEM la inversión en cartera de proyectos de cobre alcanza a por lo menos US$ 39 mil millones que están básicamente concentrados en Cajamarca y Apurímac, dos de las regiones más pobres de nuestro país.
La mayoría de estos proyectos están en las primeras fases de exploración, donde según el MINEM existen por lo menos 75 proyectos.
Los proyectos de cobre por su dimensión “mueven la aguja” del PBI. El crecimiento para este año depende de que si comienza la construcción de Tía María. Los medios resaltan la gran preocupación nacional sobre los niveles de violencia y el crecimiento de las actividades ilegales. Pero la solución no es bombardear una zona o ampliar el Reinfo. La solución está en más inversión en sectores formales como la minería y la agroindustria.
En los últimos diez años se han castigado a estos dos sectores con diferentes medidas tributarias o ambientales. Pero especialmente con la demora para aprobar cualquier estudio. Las redes están llenas de críticas ante la perspectiva del inicio de construcción de una nueva mina. Le sugiero al ministro Mucho que ordene buscar la fotografía que muestra a manifestantes contra el proyecto Camisea encadenados a las rejas del Ministerio, porque “el mar se va a calentar”! para distribuirla a sus funcionarios.